lunes, 2 de abril de 2012

Principio y fin van de la mano

¿Por qué todo lo que empieza acaba? ¿Por qué cuando más empeño pones en algo peor sale todo? Quizás la pregunta sea no preguntarse nunca por qué... En algún momento decidimos ofrecer de nosotros todo lo que llevamos dentro, no reprimir los sentimientos y dejar que fluyan, sin más, sin vergüenza y sin reparo. Eso no debe ser malo, pero si más dañino, más profundo. Nos preocupamos por hacer y decir las cosas de la mejor manera, de la que creemos que es la correcta y al tiempo nos damos cuenta de que no ha servido de nada, que era más fácil cuando lo que teníamos dentro no importaba, no nos era necesario sacarlo al exterior para demostrarlo... Siempre he pensado que ningún ser humano debería sufrir por otro en según que tipo de temas, y siempre pude llevarlo a la práctica. Siempre menos ahora. Quizás me cueste más o quizás no logre ponerme ese escudo que me hacía sentirme fuerte y quererme para no pasarlo mal en vano, o quizás, en vez de pensar en lo que he podido hacer mal, martirizandome asi, el truco consista en darme cuenta de que, sencillamente, hay cosas que las personas no saben valorar y, que por lo tanto, no hay culpables, si no malos entendedores...

Nada de esto va a hacer desaparecer la sensación de tristeza que se puede llegar a sentir, ni nada de esto va a hacer que los sentimientos, los que son puros, se desvanezcan en un sólo instante... Pero hay algo que he aprendido contigo, que cuando se quiere con el corazon y con el alma, se lucha, se arriesga y se intenta. Por el contrario, si alguna de las dos partes de la historia no sienten esa necesidad de luchar, de arriesgar y de intentar por el mero hecho de no sufrir, mejor mirar a otro lado porque esa persona jamás hará lo que tu estés dispuesta a hacer por ella... Porque las cosas pequeñas son las que dan sentido a la vida, todo lo que merece la pena cuesta y aquello que hace sufrir es lo que más se quiere...

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